- Región:
- Argentina
- Categoría:
- Política
- Article type:
- Opinión
El Estado Fragmentado: las múltiples “personalidades” de un Estado pandémico
Al igual que en citado film de suspenso,en el que protagonista tenía cautivas a tres mujeres , víctimas de sus diversas identidades; el “Estado Fragmentado” tiene como rehén de sí mismo a una sociedad controlada, que bucea en la incertidumbre que el temerario escenario de la crisis representa. En donde la seguridad , la vigilancia y el aislamiento aparece como solución prosaica , representando el fin ulterior más importante y , por ende, como justificación del poder coercitivo sobre sus almas.
Así como en el film de suspenso psicológico,“Fragmentado” (2017) escrito y dirigido por el realizador indio M. Night Shyamalan, en el que Kevin, el protagonista interpretado por el actor James McAvoy, sufre un trastorno de personalidad múltiple; el Estado pandémico debe lidiar no sólo con un temerario enemigo invisible sino también con una copresencia de “personalidades” que, a diario, luchan por imponerse.
Tal es así que sumidos en un nefasto escenario de crisis sanitaria mundial en el que el virus causante no solo llegó para quedarse, sino también para poner en jaque y erosionar ,sin distinción alguna, con su macabra e indescifrable cepa mutante ,a los regímenes políticos más opulentos y a los sistemas de salud de todo el globo terráqueo en su conjunto; es que el Estado Argentino se erigió temprana y oportunamente como un Estado paternalista, aplicando una serie de fórmulas keynesianas. Presentándose, de este modo, como un ente celoso y cuidador de sus ciudadanos. “Entre la economía y la vida , elijo la vida”, dijo y repitió hasta al hartazgo durante lapso de los 60 días que Argentina lleva desde que fue declarada la cuarentena , el primer mandatario. Es que actuar velozmente en esta caja de Pandora Pandémica resulta , en comparación con las políticas adoptadas por otros países, un verdadero elogio.
En línea con lo expuesto es que a lo largo de este periodo de aislamiento, se fueron implementando una serie de disposiciones apuntadas a paliar la crisis económica producida por el parate que el Covid - 19 generará en la economía. Tales como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), pago de bonos extraordinarios, eximición de ganancias a trabajadores de la salud, prohibición de despidos a las empresas, entre otras implementaciones que buscaban , además de mitigar los efectos colaterales que dejará en su paso la pandemia, exponer y potenciar el semblante de un “estado presente” en contraposición a la maquinaria estatal “ausente” del periodo político anterior.
Un Estado que , por momentos, enseña una faz dialoguista, mostrándose abierto a las voces de sus adversarios políticos; jactándose de su habilidad para trabajar en equipo con facciones partidarias contrarias vs. un Estado censurador que mide y controla, con total impunidad, el “humor social” mediante un sistema de ciberpatrullaje . “Lo que hacemos es mirar Twitter, buscar en Facebook y cruzar palabras claves con hashtags y zonas. Es lo que se hace generalmente para buscar tendencias, sólo que nosotros lo utilizamos para evitar delitos”, afirmaba la ministra de seguridad, Sabina Frederic, para justificar su accionar.
Un aparato estatal que exhibe profundas contradicciones . Que por un lado hace gala de una efectiva política comunicativa , adoptado canales de comunicación poco ortodoxos, ganando presencia en diferentes redes sociales y ofreciendo contenidos segmentados y diversificados para cada audiencia, dejando de lado los autoritarios, arcaicos y en demodé formas de hacer y de decir como lo fueran las cadenas nacionales , de las que la actual vicepresidenta hiciera abuso antaño. Y, por otro lado, se manifiesta ofreciendo respaldos cuestionables, como lo fue , en su momento, el aval nacional frente medidas extremas adoptadas por el gobierno porteño frente a la implementación del permiso único para circular para personas pertenecientes a una franja etaria mayor a 70 años al decir, el presidente, al respecto : “ no tomen esto como un agravio o ataque a su libertad, sino como un modo de cuidarlos. El Estado los está cuidando”.
Sin embargo, pese a las declaraciones del presidente ,y ante la catarata de cuestionamientos que tal implementación despertará en amplios sectores de la sociedad y la crítica de diversos intelectuales, que interpretaron la medida como un verdadero atentado contra las libertades básicas e inalienables del individuo, la misma tuvo que ser reformulada para su mayor aceptación. Quedando al descubierto, de esta forma, un aparato estatal que enseñó o, mejor dicho, intentó mostrar un siniestro rostro, al pretender ejercer un doble ejercicio de coherción: control social colectivo y autocensura individual . Interpelando al individuo, intimándolo tácitamente al silencio: quien al saberse a sì mismo patrullado, responde acallando su posición disidente.
Análoga situación tuvo lugar recientemente con motivo del lanzamiento (en principio de uso obligatorio y ahora voluntario) de la aplicación CuidAR, que exigía poner a disposición del gobierno una serie de datos personales y de geolocalización del individuo. Revelando, de este modo una maquinaria estatal capaz de imponer un estado de vigilancia y de control que nos transporta al panóptico de Bentham. Un estado que ,cada vez, esconde con menor disimulo la intención de controlar las esferas públicas y privadas de las personas,, teniendo bajo su órbita los diversos procesos de la vida y la posibilidad de controlarlos y modificarlos,.como si estuviéramos inmersos en la ficción otrora planteado por Orwell en 1984.
Un Estado que al igual que el personaje encarnado por McAvoy se debate entre múltiples facetas. Por momentos , se presenta como un dulce y amante cuidador de la ciudadanía y ,por momentos, como un padre abandónico que desatiende o desoye las demandas de desesperadas de la misma. Que diseña coloridas, y pedagógicamente impecables campañas comunicativas de prevención , a la vez que desampara y deja “aislados en la precariedad,” como denunciará en un carta abierta el premio Nobel de la Paz, Adolfo Perèz Esquivel,a los habitantes de las villas de la ciudad y del conurbano bonaerense. Sin agua corriente durante días y en condiciones de total hacinamiento, los rimbombantes anuncios y las magistramente armadas campañas de prevención, se asemejan a un chiste sarcático , cargado de ironía y de muy mal gusto, para aquellas familias que residen en barrios vulnerables, en donde las nefastas condiciones de existencia, hacen imposible poder cumplir con las medidas sanitarias de asepsia y de prevención necesarias para evitar el contagio. Barrios golpeados por la pobreza y asediados por la desigualdad, marginados en el olvidos, en donde se pone de manifiesto una cruda y dolorosa realidad : cumplir una cuarentena digna, comer y lavarse las manos resultan ser, hoy en día, un privilegio de clase, tal como lo denunciará Ramona Medina, la fallecida periodista de la Garganta Poderosa, en diferentes medios:"Lo imploró, lo gritó, lo lloró, un día en Telefé, otro día por la TV Pública, todos los días en La Garganta, pero ni así logró arrancarle al periodismo esa mordaza que propios y extraños presentan como barbijo, para no romper lanzas con Rodríguez Larreta, ni hacerse cargo de sus propias estadísticas", agregaba en un comunicado la organización villera. La Poderosa.
Al igual que en citado film de suspenso,en el que protagonista tenía cautivas a tres mujeres , víctimas de sus diversas identidades; el “Estado Fragmentado” tiene como rehén de sí mismo a una sociedad controlada, que bucea en la incertidumbre que el temerario escenario de la crisis representa. En donde la seguridad , la vigilancia y el aislamiento aparece como solución prosaica , representando el fin ulterior más importante y , por ende, como justificación del poder coercitivo sobre sus almas. De modo que, vigilado, aislado y monitoreado, el sujeto fragmentado, fruto del Estado con iguales características, se somete servilmente a su, por momentos, tirano y opresor y, por momentos, dialoguista y cuidador , aparato estatal, acostumbrándose, así, a vivir sin libertad a cambio de su bienestar, dando paso a , como diría Étienne de la Boétie , una servidumbre voluntaria que se manifiesta material y digitalmente sobre los individuos, pues parafraseando a Rousseau “se precisan dioses para dar leyes a los hombres “ pero también se precisan hombres para inventar y legimitizar dioses armados y vigilantes.