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- Argentina
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Manuela: El fuego que la historia no pudo apagar
- Región:
- Argentina
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- Espectáculos
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En un escenario austero pero cargado de simbolismo, Manuela de furia y fuego nos sumerge en la vida de Manuela Pedraza, una de las heroínas olvidadas de la historia argentina. La obra, un unipersonal escrito por María Mercedes Di Benedetto y dirigida por Silvio Gressani Acuña, cobra vida gracias a la entrega de Roxana Latronico, quien encarna a la protagonista en distintos momentos de su existencia: la joven guerrera que desafió a los británicos y la anciana desterrada en la pobreza y el olvido.
Desde el inicio, Latronico impone su presencia en escena con un despliegue físico y vocal impresionante. Su interpretación es feroz y emotiva, alternando entre la pasión del combate y la amargura de la vejez con una fluidez conmovedora. Lo deja todo. Sus gestos, su mirada encendida y la modulación de su voz logran plasmar el fuego interno de Manuela, un fuego que ni la historia ni el abandono lograron apagar.
La escenografía, simple pero eficaz, contribuye a la construcción de este universo: un sofá desgastado, telas desparramadas en el suelo y unos pocos objetos que sugieren el paso del tiempo. En este espacio se despliega la lucha de Manuela, no solo contra los invasores, sino también contra el olvido. La iluminación, en tonos cálidos y ocres, refuerza la sensación de una memoria que arde y se desvanece al mismo tiempo.
La pluma de Di Benedetto se aparta del tono épico para acercarnos a una Manuela de carne y hueso, con sus sueños, sus renuncias y su pesar. No se trata solo de revivir un hecho histórico, sino de exponer la herida abierta del olvido, esa que tantas mujeres han cargado tras entregar su vida a una patria que, luego, les dio la espalda.
En este sentido, la obra dialoga con otras piezas teatrales que buscan devolverles voz a aquellas que la historia calló. Las mujeres de la independencia, de Cristina Escofet, rescata a figuras como Juana Azurduy y Mariquita Sánchez de Thompson, revelando cómo fueron desplazadas de los relatos oficiales. Del mismo modo, Juana Azurduy, guerrillera de la Patria Grande, de Andrés Lizarraga, sigue el pulso de una heroína que, como Manuela, osciló entre la furia del combate y la soledad del exilio, entre la gloria efímera y el peso del olvido.
También se puede establecer un vínculo con Yo, Encarnación Ezcurra, otro trabajo de Escofet, donde se da voz a una mujer históricamente juzgada y silenciada, de la misma manera en que Manuela Pedraza es recuperada en esta obra.
La dirección de Gressani Acuña opta por una puesta en escena despojada, donde el cuerpo y la voz de la actriz se vuelven el eje narrativo. Esta elección potencia el carácter unipersonal de la obra y permite que el espectador se concentre en la profundidad del personaje sin distracciones innecesarias.
Desde una mirada feminista, la obra es un acto de justicia teatral. Rescata del olvido a una heroína silenciada y expone un patrón recurrente en la historia: la invisibilización de las mujeres que participaron activamente en la construcción de la nación. Como señala Dora Barrancos, “las mujeres han sido convertidas en ciudadanas de segunda en el relato historiográfico, a pesar de que muchas fueron fundamentales en la lucha por la independencia” (Mujeres y política en la Argentina).
Manuela de furia y fuego interpela al presente: ¿cuántas otras Manuelas han sido olvidadas? Con una actuación poderosa y una historia que merece ser contada, esta obra se convierte en una experiencia teatral imprescindible. Muy recomendable, por cierto, para llevarla a espacios escolares donde la historia puede ser mejor aprendida a partir de la emoción.
📅 Funciones: Domingos, 20 hs.
📍 Teatro El Desguace – México 3694, Boedo.