Con pistolas de agua en mano, manifestantes en Barcelona y la isla de Mallorca expresaron su rechazo al turismo masivo que, según afirman, está desplazando a los residentes locales y distorsionando el carácter de sus ciudades. La protesta, parte de un movimiento coordinado en el sur de Europa, también se replicó en Venecia, Lisboa, San Sebastián, Granada e Ibiza.

Los organizadores denuncian que el modelo económico centrado en el turismo ha elevado el precio de la vivienda, saturado los espacios públicos y favorecido a plataformas como Airbnb por encima del derecho a la vivienda. En Barcelona, los manifestantes pegaron stickers con frases como “Turista, go home” y “Un turista más, un residente menos” en hoteles y locales turísticos.

En Mallorca, más de 5.000 personas marcharon por las calles de Palma al grito de “Mires donde mires, solo ves turistas”, mientras disparaban agua a turistas desprevenidos. Aunque muchos visitantes tomaron la situación con humor, los residentes subrayan que el problema es serio: barrios transformados, alquileres por las nubes y una creciente expulsión de vecinos históricos.

La acción llamó la atención sobre el creciente malestar ciudadano frente a la masificación turística, fenómeno que en 2024 llevó a España a recibir 94 millones de visitantes, en contraste con sus 48 millones de habitantes. Como respuesta, el gobierno español ya ordenó a Airbnb retirar más de 66.000 alojamientos ilegales y prometió nuevas medidas para regular el sector sin afectar al 12% del PIB que representa el turismo.