Región:
Argentina
Categoría:
Espectáculos

La vida extraordinaria: el milagro de dos cuerpos en escena

  • Crítica teatral de La vida extraordinaria
    Crítica teatral de La vida extraordinaria
Región:
Argentina
Categoría:
Espectáculos
Autor/es:
Por Julieta Strasberg
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Crítica teatral de: La vida extraordinaria
 

Dos cuerpos en escena y un universo entero que se despliega entre ellos. Valeria Lois y Lorena Vega no solo interpretan, sino que encarnan, construyen, se derraman en el espacio con una entrega absoluta. No hay grandes gestos ni épicas de artificio: hay vida. Esa materia indescifrable que sucede entre palabras, silencios, miradas que sostienen el peso de los años compartidos.

La obra de Mariano Tenconi Blanco se enraíza en lo simple, en lo cotidiano, y desde allí se alza como un poema escénico sobre la amistad, el paso del tiempo y los pequeños milagros que nos salvan de la soledad. Aurora y Blanca atraviesan la vida sin conquistas monumentales, pero con la certeza de que hay algo extraordinario en habitar la existencia con otro. Y allí es donde Lois y Vega brillan, donde la química entre ellas se convierte en un espectáculo en sí mismo: un vaivén de gestos mínimos que contienen océanos de historia compartida.

Aquí resuena la idea de la duración bergsoniana, donde el tiempo no es una sucesión de instantes medibles, sino una continuidad vivida. Aurora y Blanca no atraviesan la vida como una serie de eventos separados, sino como un flujo de experiencias entrelazadas, donde la memoria y el presente se funden sin fronteras nítidas. En cada pausa, en cada roce, el tiempo se desdibuja, se dilata, se encarna en la persistencia de lo que queda más allá del instante.

Desde una lectura fenomenológica, la amistad entre Aurora y Blanca no es solo una historia contada, sino un cuerpo vivido, una experiencia encarnada que se despliega en escena. La relación entre las actrices y su entrega física dan cuenta de la importancia del gesto, la mirada, la respiración y el pulso compartidos. Crean mundo a través del cuerpo y su relación con el espacio. Lois y Vega se imponen allí, en ese escenario, dando volumen y peso a una amistad que trasciende el texto.

Valeria Lois, con su presencia envolvente, llena el espacio con una naturalidad hipnótica. Su cuerpo es una extensión del texto, su voz dibuja paisajes emocionales donde la melancolía y el humor conviven sin esfuerzo. Lorena Vega, por su parte, aporta una intensidad magnética, un pulso vibrante que da cuerpo a las palabras con la potencia de lo inasible. Juntas, bailan al ritmo de una complicidad inquebrantable.

La obra toca el paso del tiempo desde la intimidad de dos mujeres que no protagonizan hechos extraordinarios, sino que atraviesan la vida con la resistencia de lo cotidiano. Aquí resuena Simone de Beauvoir, quien analiza cómo la sociedad invisibiliza ciertas experiencias, sobre todo aquellas que no responden al relato heroico del éxito. La Vida Extraordinaria revierte este proceso, reivindicando la densidad de las vidas comunes, la belleza de existir sin estridencias, la potencia de los lazos que se sostienen a lo largo de los años.

La puesta en escena, con su minimalismo cuidadosamente construido, permite que las actrices se adueñen del espacio con absoluta libertad. La iluminación de Matías Sendón y la escenografía de Ariel Vaccaro crean un entorno que es tanto un refugio como un campo abierto donde la vida sucede. La música en vivo de Ian Shifres y Elena Buchbinder refuerza el tono íntimo de la obra, un murmullo de fondo que nos recuerda que la existencia es un continuo devenir, una melodía que nunca se detiene.

Aunque trata de la amistad, la obra se acerca al análisis de Roland Barthes sobre el amor: los afectos se construyen a través de la repetición, del lenguaje compartido, de los pequeños gestos. En cada conversación, en cada anécdota, en cada espera compartida, la obra revela que el amor (en todas sus formas) no se define por grandes declaraciones, sino por la insistencia en el otro, por el estar.

Desde la dramaturgia, La Vida Extraordinaria también dialoga con Samuel Beckett y sus personajes atrapados en la rutina de lo mínimo. Como Winnie en Los días felices, Aurora y Blanca sobreviven a través de pequeñas estrategias de sentido, sosteniéndose en la compañía de la otra, en la repetición de sus propios relatos, en la reconstrucción de un pasado que se vuelve maleable a través de la palabra. No hay gestas heroicas, pero hay una épica en la persistencia, en la capacidad de encontrar sentido en los intersticios de lo cotidiano.

La obra se inscribe en una tradición filosófica y artística que explora el tiempo, la memoria y las relaciones humanas con una sensibilidad particular. Su poética recuerda tanto a los estudios fenomenológicos sobre la percepción como a la dramaturgia del teatro del absurdo y el cine contemplativo. No es una obra sobre grandes acontecimientos, sino sobre el milagro de existir, de compartir, de sostenerse en otro. ¿No es eso lo que nos vuelve extraordinarios?

TEATRO PICADERO
Pasaje Santos Discepolo 1857 (CABA)
Web: Teatro Picadero
Miércoles - 20:00 hs - Del 05/02/2025 al 26/03/2025