Las bulliciosas calles de la ciudad de Nueva York se sacudieron el viernes por la mañana cuando se desarrolló un evento inusual: un terremoto sacudió el área metropolitana densamente poblada y envió ondas de choque a toda la costa este. El Servicio Geológico de EEUU informó rápidamente de una actividad sísmica de magnitud preliminar 4,8, que se originó cerca de Lebanon, Nueva Jersey, y luego se identificó cerca de Tewksbury y la estación Whitehouse, todos dentro del condado de Hunterdon, aproximadamente en un radio de 10 millas.

Este raro suceso provocó informes generalizados de temblores que se sintieron hasta Connecticut y Massachusetts, e incluso Boston y Filadelfia experimentaron temblores notables. Sorprendentemente, los residentes cerca de la frontera de New Hampshire, a más de 200 millas de distancia, informaron haber sentido la actividad sísmica.

A pesar de la naturaleza inquietante del evento, el Departamento de Bomberos de la ciudad de Nueva York no informó daños ni heridos inicialmente. Sin embargo, los relatos de los testigos presenciales reflejaron una sensación de alarma e inquietud entre los residentes. Camille Lewis, que estaba en un café durante el temblor, describió su aprensión: "Nunca he estado en un terremoto en Nueva York y, sinceramente, tenía miedo de que algo estuviera pasando. Me alegro de que el edificio en el que estaba y, sinceramente, me alegro de que todos estén a salvo".

La experiencia de Lewis resonó en muchos, ya que las personas describieron cómo sus edificios se balanceaban y temblaban durante varios segundos. La naturaleza inesperada del terremoto dejó a las personas cuestionando su seguridad y buscando consuelo en sus seres queridos. Las preocupaciones sobre posibles réplicas provocaron una oleada de actividad, y los residentes se comunicaron con amigos, familiares y escuelas, lo que presionó momentáneamente las redes de telefonía celular.

A medida que los temblores disminuyeron y la ciudad volvió a su rutina, el recuerdo de este raro terremoto sirve como recordatorio de las fuerzas impredecibles de la naturaleza, dejando a los residentes conmocionados y agradecidos por su seguridad.