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Fuerte debate en la recta final de la campaña de las elecciones del 14-F en Cataluña
La tensión, las acusaciones cruzadas, y hasta las descalificaciones, han protagonizado el último debate televisivo de las elecciones catalanas del 14-F.
La estrategia quedó clara nada más empezar, cuando la candidata de Junts per Catalunya, Laura Borràs, el de Ciudadanos, Carlos Carrizosa, y el del PP, Alejandro Fernández, reclamaron al socialista que se pusiera la mascarilla por haber rechazado hacerse la prueba de la covid-19. La polémica por el test de Illa había ocupado la campaña desde que el socialista declinó someterse a la prueba en el anterior debate electoral, el de TV3, y la derecha y los independentistas infundieron sospechas sin pruebas de que se había vacunado irregularmente. El exministro de Sanidad se revolvió desde el primer minuto: “Contra Illa vale todo, incluso la calumnia. Claro que no me he vacunado. Espero que se disculpen ante los catalanes”.
El coloquio ha comenzado en tono agrio cuando varios de los candidatos, la primera Laura Borràs (Junts), han recriminado a Salvador Illa (PSC) haberse negado a realizarse una prueba de Covid, conminándole a ponerse una mascarilla o a abandonar el debate. Esta tendencia a la confrontación se ha prolongado durante casi todo el espacio, derivando en algunos momentos en un diálogo a voces donde más que a debatir los candidatos se han dedicado a increparse unos a otros.
Asuntos como la gestión de la pandemia han quedado casi relegados por las alusiones de unos a otros. Alejandro Fernández (PP) ha insistido en denunciar el populismo del representante de Vox, Ignacio Garriga, que ha visto como Borràs y Laia Estrada (la representante de la CUP que ha sustituido a Dolors Sabater) le calificaban de fascista. Garriga, a su vez, ha llamado delincuente a la representante antisistema.
La moderadora, Ana Pastor, ha tenido dificultades en controlar a veces una discusión embarrada, y que ha arrancado con Illa denunciando lo que ha calificado como «la foto de Colón del independentismo», en alusión a pacto por escrito firmado por los partidos secesionistas comprometiéndose a no pactar con el PSC. De hecho, asuntos cruciales como el de los pactos apenas han ocupado el debate. Al respecto, por ejemplo, Pere Aragonès ha asegurado que no aceptarían ni el apoyo ni la abstención del PSC para conformar gobierno.
El debate soberanista, fundamental en los últimos años pero al que la crisis de la Covid ha relegado a un segunda plano, apenas ha sido debatido. Illa ha insistido en su oferta de «pasar página», a lo que el independentismo ha replicado que se pasará página cuando los presos estén en la calle y se pueda votar en un referéndum. De nuevo, los partidos soberanistas han aparecido divididos y enfrentados y se han registrado repetidos choques entre Junts, ERC, la CUP y el PDECat por motivos tan diversos como los pactos con el PSC, la gestión de la pandemia o la estrategia a seguir en el Congreso.
La discusión certificó la difícil suma para un Gobierno tras el 14 de febrero: los vetos cruzados se volvieron a hacer patentes. Los independentistas se reafirmaron en que solo pactarán entre ellos y que no lo harán en ningún caso con el PSC, como pusieron por escrito en un compromiso revelado ayer que Illa calificó como “la nueva foto de Colón”. “La foto de Colón es usted en la manifestación de Sociedad Civil Catalana”, le contestó Aragonès, con quien el socialista mantuvo varios choques, de presidenciable a presidenciable. El candidato de ERC fue contundente en descartar cualquier pacto con el PSC, a pesar de que la derecha y Junts Per Catalunya acusan a ambos partidos de tener un acuerdo oculto. “No aceptaremos los votos ni afirmativos ni la abstención del PSC. Y votaremos que no a la investidura de Illa”, zanjó Aragonés. Jéssica Albiach, de En Comú Podem, restó importancia al manifiesto de los independentistas, describiéndolo como “una tomadura de pelo”. Y Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, se quedó solo defendiendo el acuerdo entre constitucionalistas.