El balneario turístico de Acapulco ha sufrido una desoladora embestida por parte del huracán Otis, que se posicionó como una tormenta de categoría 5. Con vientos furiosos que alcanzaron los 260 km/h y ráfagas devastadoras de hasta 315 km/h, este fenómeno natural se sitúa entre los más poderosos que han azotado la costa del Pacífico mexicano.

La falta de comunicación ha complicado la evaluación precisa de las consecuencias, haciendo imposible determinar el número de víctimas y damnificados. En la ciudad, el escenario es desgarrador, con informes de saqueos y un ambiente de caos generalizado. La interrupción total de los servicios de telefonía, internet y electricidad, sumado al cierre de comercios y gasolineras, ha sumido a la ciudad en una oscura incertidumbre.

La llegada a Acapulco es una hazaña en sí misma, ya que la Autopista del Sol se encuentra bloqueada por escombros y derrumbes. A pesar de los esfuerzos de los equipos de rescate, la remoción de toneladas de tierra se ha convertido en una tarea monumental, impidiendo el paso de vehículos y complicando los intentos de asistencia.

El presidente López Obrador, a pesar de enfrentar complicaciones en su viaje, se dirige a la zona para liderar una reunión de evaluación junto a la gobernadora Evelyn Salgado, buscando coordinar los esfuerzos de rescate y recuperación. Los expertos en clima advierten que eventos cada vez más intensos, como el huracán Otis, podrían convertirse en una triste realidad recurrente, generando una destrucción aún más catastrófica en las regiones costeras debido al cambio climático.