- Región:
- Argentina
- Categoría:
- Sociedad
Vigilar y ¿prevenir? El ciberpatrullaje la nueva herramienta de monitorear el “humor social”
Las redes sociales se presentan como espacios libres de interacción, en donde cada persona, desde su esfera privada ejecuta distintas acciones y realiza diversos intercambios. De modo que conforme a la configuración elegida por el usuario, el feedback comunicativo puede revestir un carácter público o puede estar destinado a una audiencia determinada. Lo que resulta un hecho fáctico innegable y que ,a esta altura no constituye ninguna novedad, es que las redes sociales han marcado el surgimiento de una nueva opinión pública.
En el marco del “aislamiento social preventivo y obligatorio”, dictado por el gobierno para combatir la pandemia del Covid 19, muchísima gente se replegó en sus hogares volcándose ,aún más, al uso de las redes sociales. “Quedate en casa” fueron unas de las tantas palabras claves elegidas para acompañar las fotos subidas por los usuarios desde sus respectivas moradas. Algunos optaron por compartir rutinas de entrenamiento, otros ostentaron frente a sus contactos sus destrezas para realizar las más diversas y variadas las manualidades .Otros miles de internautas ,duchos en las artes culinarias ,hicieron gala de sus habilidades compartiendo tentadoras recetas y aquellos más osados confeccionaron ingeniosos tutoriales para realizar las mismas. Proliferaron métodos de relajación , técnicas de yoga, clases de zumba y un sinfín de actividades para sobrellevar el acuartelamiento. Algunos eligieron compartir mensajes esperanzadores y otros fatalistas. Un gran sector viralizó memes , chistes y videos divertidos, al mismo que tiempo que otros tantos hicieron lo mismo con noticias provenientes fuentes fidedignas , a la vez que otros replicaron un sin número de fakes news. En este ecosistema mediático,hubo de todo y para todo los gustos.
Lo concreto es que , hoy en día, las redes sociales se presentan como espacios libres de interacción, en donde cada persona, desde su esfera privada ejecuta distintas acciones y realiza diversos intercambios. De modo que conforme a la configuración elegida por el usuario, el feedback comunicativo puede revestir un carácter público o puede estar destinado a una audiencia determinada. Lo que resulta un hecho fáctico innegable y que ,a esta altura no constituye ninguna novedad, es que las redes sociales han marcado el surgimiento de una nueva opinión pública.
En este contexto, plataformas como Instagram, Facebook y Twitter, se presentan como la arena de intercambio , discusión y expresión de distintos sectores y actores sociales,obligándonos a repensar dos conceptos reformulados por Habermas y que ,aunque no son nuevos, siguen estando más vigente que nunca: “esfera pública” y “esfera privada”. Ésta interesante oposición entre esfera pública vs. privada, vuelve a cobrar relevancia en el marco de lo anunciado por la ministra de seguridad Sabina Frederic , respecto a la nueva práctica de monitoreo implementada en redes sociales con el fin de establecer un seguimiento exhaustivo del “humor social” y así evitar y prevenir futuros delitos: “ el ciber patrullaje”.
“Todas las fuerzas, incluyendo la Gendarmería, realizan lo que se llama ciberpatrullaje, que es esto que mencioné, el patrullaje en las redes sociales para detectar el humor social, y sobre todo detectar las zonas en las que esto es preponderante. Esto nos ha permitido trabajar sobre alertas tempranas para prevenir diversas situaciones”, expresó la ministra de seguridad ,en el marco de una videoconferencia informativa que desarrolló con la Comisión de Seguridad Interior de la Cámara de Diputados.
En este escenario de monitoreo y control que el ciberpatrullaje establece , cabe preguntarse en dónde se encuentra el límite entre privado y público, ¿la esfera privada ha llegado a su fin? . Sin embargo, y más allá de lo interesante del debate entre lo público y lo privado, subyace otro tema sensible: la libertad de expresión y el control Estatal sobre los datos y la información brindada por las personas a las diversas plataformas.
En la era del Dig Data, no resulta extraño que las mismas, en particular, Facebook nos requieran información personalísima para completar nuestros perfiles. Tales como fecha de compromiso, estado sentimental y civil, año en que nos graduamos, institución de la cual egresamos, trabajo actual, acontecimientos importantes. registro de geolocalización de las fotos que subimos, etiquetamiento automático , lugares visitados,eventos de interés, la lista de datos aportados en infinita. De manera que la información y los datos personales que gustosa y hasta , a veces, inocentemente brindamos a cambio de su uso es inmensurable . Es válido afirmar, entonces, que tal información representa el costosísimo pago que efectuamos a cambio su “gratuidad “. Información que reviste un valor incalculable ,pues gracias a ella se conforman inmensos bancos de datos que sirven para determinar patrones de comportamiento, prever conductas de compra y hábitos de consumo y .ahora, medir el “humor social” y prevenir la gestaciòn de futuros saqueos y disturbios sociales.
Sin embargo, esta modalidad de control, despertó preocupación y duras críticas en diversos sectores de la oposición. En este sentido el diputado nacional Gustavo Menna (Chubut),consideró que lo que está haciendo el Gobierno “no es ni más ni menos que control sobre la libertad de pensamiento y opinión de las personas y una actividad de inteligencia política prohibida por ley. Es incompatible con la Constitución Nacional y la Convención Interamericana de Derechos Humanos que se pretenda patrullar el humor social en las redes”.
En esta misma línea se expresó también el radical Alvaro De Lamadrid, vicepresidente de la comisión de Seguridad Interior de la Cámara baja, señalando que “es grave estar haciendo ciberpatrullaje para mediar y auscultar el humor social. La pandemia y su excepcionalidad no están por arriba de la Constitución Nacional”.
De manera, que algo ha quedado en claro, los datos obtenidos en las diversas plataformas, no son solo datos sino que representan algoritmos cargados de un alto valor simbólico pues se convierten en oro en polvo para empresas destinadas al marketing y a la investigación de mercado pero que nos prenden una luz de alerta y nos llaman a reflexionar acerca del carácter ético de su utilización, mucho más aún, cuando quien ejerce el control o el patrullaje de los datos es el mismísimo Estado. Tal como lo describiera Michel Foucault, los dispositivos de poder, en este caso estatal, se despliegan controlando las esferas públicas y privadas , teniendo bajo su órbita los diversos procesos de la vida y la posibilidad de controlarlos y modificarlos (biopoder),.como si estuviéramos inmersos en la ficción otrora planteado por Orwell :1984.