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Personajes

¿Quien le quita lo bailado?

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Joven australiano recibió crédito ilimitado por error y lo gastó en autos, lujos, drogas y strippers. En el banco se dieron cuenta después de que usara US$ 2 millones, lo despidieron del trabajo y estuvo preso, pero ¿Quien le quita lo bailado?

Luke Brett Moore fue despedido de su empleo después que se descubrió que su banco erróneamente le había autorizado un crédito ilimitado y se gastó todo el dinero en una vida de magnate.
Era una oportunidad demasiado buena para dejarla pasar por alto. Empezó a gastar sin parar... hasta que un día alguien tocó su puerta.
Él mismo contó la historia a los medios internacionales.
"Suena increíble, pero mi intención nunca fue llevarme todo el dinero del Banco St. George y no devolverlo.
Básicamente, yo estaba esperando a que el banco me contactara y dijera:"Oye, quiero esta cantidad de dinero".
Al comienzo, en 2010, yo tenía una cuenta corriente normal. De allí salían los pagos para el préstamo de mi casa, mi seguro de salud y las cuentas.
Sufrí un grave accidente automovilístico y mi sueldo empezó a ser consignado en otro banco. No recuerdo las circunstancias exactas de por qué sucedió así.
La primera semana me preocupé, porque no tenía suficiente dinero para pagar la hipoteca. ¿Qué iba a hacer?
Pero, entonces, el pago salió de mi cuenta en St. George y pensé, "Ah, bueno".
Y, luego, la siguiente quincena, salió otro pago de US$375 para la hipoteca.
Así sucedió durante 12 meses sin que el banco dijera nada.
En esa época, llamé a la empresa de crédito inmobiliario y dije: "Hola, ¿podrían hacer una domiciliación de US$2.254 a mi cuenta en St. George?". Después, unos días más tarde, les pedí US$28.180.
Ambos fueron aprobados.
Quedé estupefacto. Me di cuenta de que tenía acceso a una línea de crédito extraordinariamente grande.
No mucho después compré mi primer auto, un Alfa Romeo 156. Resultó ser de muy mala calidad: la caja de cambios, el motor y los inyectores de combustibles fallaron todos.
Entonces me compré un Hyundai Veloster. Era uno de esos coches locos de tres puertas con un techo de vidrio. Lo compré sólo para conducirlo hasta Sídney para adquirir un Maserati. Sólo costó AU$36.000. Reconozco que era un auto hermoso pero no una súper nave, según los estándares de hoy en día.
Fue mi época de locura. Era un joven ingenuo de 22 años y no estaba pensando con mucha claridad.
Me acababa de recuperar del accidente y estaba desempleado por primera vez desde los 14 años. Había terminado mi relación con mi novia de colegio, después de cuatro años, y buscaba de alguna manera empezar de nuevo en algún otro lugar.
Así que me mudé a la Costa Dorada. Volé a Surfer's Paradise (un centro turístico en la costa occidental de Australia) para unas vacaciones de una semana. Me gustó y terminé quedándome.

Pero su estilo de vida esta muy por encima de su nivel de ingresos. “Fui a clubes de strippers y gasté cientos de miles en mujeres, alcohol, cocaína y todo lo demás”, confiesa.

Compró un bote y entre sus posesiones más preciadas estaba una pequeña obra de Banksy y un tambor usado por Amy Winehouse. Hasta un día en que le tocaron la puerta. Se trataba de la policía, que allanó violentamente su casa.

Algo había llamado, finalmente, la atención del banco: entre julio de 2010 y agosto de 2012 Moore hizo 50 retiros de dinero por 2 millones de dólares.

Fue condenado a cuatro años y medio de cárcel por beneficiarse económicamente de modo fraudulento y comerciar con los frutos de un delito. Pasó seis meses tras las rejas y tuvo que articular su propia defensa, ya que no tenía dinero para pagar un abogado.

Logró salir bajo fianza, finalmente, y hace apenas unos días el tribunal de Gales del Sur derogó la sentencia al hallar que bajo las leyes australianas en ese momento Moore no estaba en obligación de reportar lo que estaba ocurriendo.

“El juez dijo que yo fui deshonesto, pero que no vivimos en una sociedad donde las fallas morales resultan en que te pongan tras las rejas y te quiten la libertad”, contó.

Ahora Moore estudia leyes y espera convertirse en abogado criminalista en dos años.

Algunos dirán que nadie le quita lo bailado, pero el joven australiano se arrepiente de las ventajas de las cuales se aprovechó. “Si tuviera la oportunidad, no lo haría otra vez. Devastó mi vida y mi familia y no valió la pena el pasar un par de buenos meses con las strippers y un poco de cocaína”, aseguró.