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- Política
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¿Qué puede esperar Europa en la nueva era de Trump en la Casa Blanca?
La visión de los italianos sobre el regreso de Trump a la Casa Blanca refleja tanto entusiasmo como incertidumbre. Mientras los líderes de la derecha italiana celebran su victoria como un espaldarazo a sus propios ideales, otros temen que su enfoque proteccionista y sus políticas exteriores puedan desestabilizar aún más a Europa.
La noche entre el 5 y el 6 de noviembre fue larga en Europa. En Italia y en el resto del viejo continente, los canales de televisión dedicaron largas maratones nocturnas siguiendo minuto a minuto la evolución de los resultados electorales en Estados Unidos.
A las 7 de la mañana del miércoles 6, muchos italianos cumplían con el rito matutino del café espresso previo a la jornada laboral y salían a la calle con inusitado entusiasmo. La voluntad popular del aún considerado primer país del mundo había legitimado ideas que gran parte de la población y el actual gobierno italiano sostienen como soluciones para los problemas del viejo continente.
Los problemas europeos que destacan los movimientos de derecha soberanista se han replicado en Estados Unidos: la inmigración descontrolada, la inflación que deteriora el poder adquisitivo, la globalización económica que amenaza a la industria doméstica y un exceso de libertades que va en contra de instituciones fundamentales como la familia.
“Kamala lo ha roto, yo lo arreglaré” (en inglés: "Kamala broke it, I will fix it"). En esta frase, el ciudadano estadounidense encontró la garantía de una solución, un remedio para todos sus problemas. En Italia, el gobierno de Meloni también ha identificado un diagnóstico, pero la cura aún no llega. La inflación sigue viva, el número de inmigrantes clandestinos aumenta o se mantiene, la economía está estancada y las industrias italianas pierden competitividad global día a día.
Ante la falta de resultados concretos del gobierno de Meloni, muchos italianos decidieron proyectarse en un paladín estadounidense que sostiene principios similares, con la esperanza de revitalizar estos ideales, que en la vida cotidiana parecen difíciles de realizar. Por eso, representantes políticos de la derecha, con Matteo Salvini a la cabeza, y las redes sociales, no escatimaron en palabras de elogio, artículos y publicaciones celebrando al nuevo presidente electo.
Si los problemas europeos se trasladaron a Estados Unidos, los italianos consideran que también han exportado su modelo: un nuevo Silvio Berlusconi, un empresario controvertido cuyo éxito legitima sus acciones y en el cual la población proyecta sus esperanzas. "Si ha tenido éxito en los negocios, también resolverá mis problemas."
La presidenta del gobierno, Giorgia Meloni, fue mucho más cauta en sus expresiones, comprendiendo que las consecuencias de la llegada de Trump nuevamente a la presidencia tienen un alcance distinto. El regreso de Trump representa, sin lugar a dudas, un deseo de restaurar la centralidad estadounidense, lo cual debilita al viejo continente, que ya es frágil en su economía, defensa y política.
Con un crecimiento económico de solo unos pocos puntos porcentuales, una guerra en las fronteras de Europa y un eje franco - alemán con sus dos lideres debilitados, la Unión Europea atraviesa un momento de vulnerabilidad. Trump ha insistido repetidamente en que puede imponer la paz en Ucrania en "24 horas", sin explicar cómo, y ha cuestionado la ayuda enviada a Kiev para resistir la invasión rusa. La interferencia de Moscú en las elecciones de 2016, destinada a favorecer al candidato republicano, y los elogios de Trump al presidente ruso autocrático son difíciles de aceptar para los líderes europeos.
Trump tampoco ha ocultado su desconfianza hacia la Alianza Atlántica. Durante su campaña, instó a los países de la OTAN a aumentar sus presupuestos de defensa. Sería suficiente para el nuevo presidente quitar el apoyo militar y económico a Zelensky para forzar a Kiev a negociar un acuerdo desfavorable. ¿Qué haría Trump si, después de la rendición de Kiev, aumentaran las incursiones e intimidaciones rusas hacia otros territorios en riesgo, como Moldavia?
La probable disminución de la ayuda estadounidense a Kiev convertiría a Europa, especialmente a Alemania, en la principal fuerza de apoyo militar a Zelensky. Esto podría ser una oportunidad, como sugirió Emmanuel Macron hace unos días en Budapest, para que los europeos reconsideren su modelo de seguridad. "No tenemos que delegar nuestra seguridad a los estadounidenses para siempre", declaró Macron.
Sin embargo, llenar el vacío dejado por una retirada de Estados Unidos significaría un aumento considerable en los gastos públicos de los países europeos, que ya enfrentan grandes dificultades económicas.
A esto se suma la declarada voluntad de Trump de implementar políticas proteccionistas, con posibles aumentos arancelarios de entre el 10% y el 20% para ciertos productos europeos, especialmente aquellos relacionados con el sector automotriz. Esto impactaría directamente en la economía alemana, que actualmente oscila entre el estancamiento y una leve contracción.
El Deutsche Bank sostiene que estos nuevos aranceles reducirán el PIB de la eurozona entre 0,5 y 0,9 puntos, y ha rebajado su previsión de crecimiento del 1,5% al 0,8% para 2025 y del 1,2% al 1% para 2026, con una mayor tasa de desempleo.
En este contexto, la euforia popular de muchos europeos ante la victoria de Trump es solo un espejismo populista. La economía mundial, guiada por nuevos modelos soberanistas y proteccionistas, probablemente conducirá a tensas guerras comerciales con pocos beneficiarios a largo plazo.
No obstante, la victoria de Trump marca un cambio de página en la historia contemporánea y una transformación sustancial en la política estadounidense. Ha nacido el partido político de Trump, un presidente que, tras perder una elección, renace rompiendo la tradición estadounidense. A su lado, no detrás de él, está Elon Musk, quien no vivirá en la Casa Blanca, sino que será una especie de hombre en la sombra.
Elon Musk, el hombre más rico del mundo, inaugura una nueva forma en la que el capitalismo participa en el gobierno de un Estado: no solo influyendo en las políticas económicas, sino directamente ejecutándolas. Musk tiene una obsesión: reducir todas las limitaciones federales a la vida económica y a la libertad individual, minimizando la regulación. Junto a Trump, atacará las normas europeas, consideradas por ambos como "normas tecnocráticas" que obstaculizan la producción.
¿Cuánto durará este nuevo capítulo? Tal vez otros cuatro años, tal vez más. Podemos preguntarnos si asistimos al renacimiento de un imperio político y económico estadounidense o si este es el último impulso previo al declive de Estados Unidos y, posiblemente, también de Europa.