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Sri Lanka prohibe el burka para poder identificar sospechosos
“El presidente tomó la decisión -de prohibir el burka- para apoyar a la seguridad y ayudar a las Fuerzas Armadas a identificar a los perpetradores buscados”.
El estado de excepción sigue vigente en Sri Lanka más de una semana después de los atentados que dejaron al menos 253 fallecidos en cuatro iglesias y tres hoteles. Las redadas siguen siendo una constante. Según el Gobierno, 140 sospechosos continúan en paradero desconocido y para su búsqueda hay desplegados alrededor de 10 mil militares. En los primeros ocho días después del fatídico atentado del Domingo de Resurrección, se han detenido a 150 personas en un ambiente marcado por medidas excepcionales como el toque de queda, el cierre de iglesias, la recomendación -no escuchada- de no acudir a orar a mezquitas y la última adición: la prohibición de taparse la cara, lo que básicamente significa que las mujeres que usen el burka no lo pueden portar en público.
La obsesión por las medidas de seguridad de un Gobierno incapaz de prevenir los ataques, a pesar de que los informes de países como la India indicaban que los éstos eran inminentes, es total. Tanto el primer ministro del país, Ranil Wickremesinghe, como el presidente, Maithripala Sirisena, temen que haya una segunda oleada de detonaciones, por ello están poniendo sobre la mesa todas las precauciones posibles.
“El presidente tomó la decisión -de prohibir el burka- para apoyar a la seguridad y ayudar a las Fuerzas Armadas a identificar a los perpetradores buscados”. Esta frase que apareció en una nota de prensa salida de la oficina gubernamental, no fue la única que señaló el uso de esta prenda que cubre todo el cuerpo de las mujeres musulmanas que lo usan menos los ojos.
La medida comenzó a aplicarse desde el lunes, después de catalogar el uso del burka como un “riesgo de seguridad y una señal de fundamentalismo”. La alerta es máxima y las autoridades tienen sitiado los principales barrios musulmanes del este del país, lugar en el que nació Thowheeth Jama’ath (NTJ), el grupo yihaidista que está detrás de los atentados con el apoyo confeso del Estado Islámico (EI).
Precisamente, en la zona oriental de Sri Lanka, el imán Zahran Hashim, se encargó de crear la organización con el ambicioso objetivo de implantar la sharía en el país. El líder del grupo fue uno de los terroristas suicidas que se inmolaron en el hotel Shangri-La de Colombo. Las ciudades con mayor número de musulmanes son las de Kalmunai y Kattankudy, que se encuentran a escasos kilómetros al sur de Batticaloa, donde se encuentra la iglesia en la que se produjo uno de los atentados. Se trata de la zona más insegura por la presencia de terroristas que han precipitado diferentes redadas como la sufrida cinco días después de la masacre. En ella murieron 16 personas -incluidos seis niños- entre los que se encontraban el padre y dos hermanos de Hashim.