Región:
América
Categoría:
Sociedad

Jerry Seinfeld y Obama pasearon en auto y se tomaron un café

El Presidente Obama tomó café con Jerry Seinfeld en el programa Comedians in Cars Getting Coffee

Como es costumbre, Seinfeld recogió al presidente manejando uno de sus autos clásicos, que en esta ocasión resultó ser el carro de los sueños de infancia de Obama, un Corvette Stingray Window Coupe de 1963.

Luego de tratar de abandonar la Casa Blanca en dos oportunidades, sin éxito, para ir a tomar café, el comediante y el presidente decidieron iniciar su conversación dentro de los alrededores de la casa presidencial, sobre la que Obama indicó que muchas veces le da la impresión de vivir en un museo.

Entre otras cosas, el primer mandatario confesó que se despierta todas las mañanas con una llamada; que una de sus comidas favoritas son los nachos, y que ha conocido a más de un líder mundial que parecieran haber perdido la razón.

El presidente además aseguró que la política se puede comparar con el fútbol, y habló sobre lo mucho que desearía volver a recuperar su anonimato. Para cerrar con broche de oro, Obama tuvo la oportunidad de manejar el Corvette de Seinfeld, sin salir de la Casa Blanca, claro está.

En la nota, la política fue un tema prácticamente nulo. Jerry le hizo apenas dos o tres preguntas sobre ese mundo; una de ellas fue cuáles son sus presidentes favoritos, a lo que Obama respondió que "Teddy Roosevelt debió haber sido un tipo divertido con el que salir por ahí".

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En el último tramo de la charla, e instalados en la cafetería de la Casa Blanca, hablaron un poco más sobre política cuando Seinfeld le preguntó cuántos líderes mundiales piensa que están dementes, a lo que Obama respondió "bastantes", para luego agregar: "Mientras más tiempo alguien está a cargo, más chances tiene de que le pase eso".

Quizá el gran momento del programa fue cuando Obama le preguntó a Seinfeld si le había contado que alguna vez que jugó al golf con el actor, productor y guinista Larry David, a lo que Jerry le contestó con tono sarcástico: "No, porque vos y yo no hablamos muy seguido". Luego, miró a cámara con gesto de "qué salame", mientras Obama reía de fondo. Ese momento demuestra claramente que, a diferencia de lo que sucede con muchos conductores que suelen tratar con empalagosa demagogia a los políticos invitados, Seinfeld no modificó la línea de su programa en pos de hacer quedar bien a Obama, sino que mantuvo firme su estilo y se río con él (y de él) como si el presidente fuera un invitado más.