- Región:
- Asia
- Categoría:
- Tecnología
- Article type:
- Informados
Taiwán High Speed Rail, el moderno tren bala que recorre 345 km en 90 minutos
- Región:
- Asia
- Categoría:
- Tecnología
- Article type:
- Informados
- Autor/es:
- Fecha de publicación:
Alcanza una velocidad máxima de 300 km por hora y en su recorrido de 345 km, atraviesa 14 distritos y ciudades. Realiza un viaje similar al de Buenos Aires a Mar del Plata en poco más de una hora y media. El costo del pasaje, 50 dólares norteamericanos
Taiwán tiene el privilegio de estar entre los pocos países que cuenta con el tren bala, el High Speed Rail que une la capital Taipéi con el sur, recorre 345 kilómetros en 90 minutos.
Solamente pensar en un viaje similar al de Buenos Aires a Mar del Plata en poco más de una hora y media, genera la inquietud de conocer en profundidad este tren de alta velocidad que disfrutan los taiwaneses.
Alcanza una velocidad máxima de 300 km por hora y en su recorrido de 345 km, atraviesa 14 distritos y ciudades. Conecta Taipei, Taichung y Kaohsiung, las tres ciudades más grandes de Taiwán. Actualmente tiene parada en 8 estaciones: Taipei, Banqiao, Taoyuan, Xinzhu, Taichong, Jiayi, Tainan y Zuoying.
En realidad, al llegar a la Estación Central en Taipei, uno siente que está entrando a un aeropuerto o un shoping. Todo es muy moderno. Vale destacar que el tren comenzó a funcionar en 2007 y fue fabricado por la empresa Kawasaki, de Japón. El costo aproximadamente fue de 10.000 millones de dólares.
Después de sacar el pasaje por un valor de 1.500 NT $ (50 dólares norteamericanos) para el recorrido completo de 345 km de Taipei a la estación de Zuoying para llegar a la ciudad de Kaohsiung, se accede a una cómoda zona de pre embarque donde carteles electrónicos anuncian los horarios de salida de los trenes. Allí se puede esperar sentado, comiendo por ejemplo, como es común entre los taiwaneses que aprovechan muy bien el tiempo libre en el viaje.
Las estaciones son amplias y de moderna arquitectura, con personal de servicio dedicado que ofrecen al viajero toda la ayuda necesaria. Además, hay transportes que comunican directamente con los servicios de autobuses o metro de cada ciudad, y servicio gratis para ir al centro de la ciudad, lo que ahorran mucho tiempo al viajero.
En Taipei hay que bajar una escalera mecánica y al llegar al andén empieza lo mejor. El moderno tren de alta velocidad se asemeja al fuselaje de un avión y su parte delantera tiene las características aerodinámicas que han llevado a llamarlo tren bala, además de por su velocidad, por supuesto.
Al acceder al vagón, con tres asientos de un lado y 2 del otro, cuyas ubicaciones que están asignadas al momento de sacar el pasaje, se destaca el orden, la limpieza y el respeto de las normas a seguir. Estas últimas características más ligadas a la forma de vida en Taiwán que al tren bala.
El tren cuenta con 12 vagones con 989 asientos muy parecidos a los de los aviones.
El viaje comienza en horario y los pasajeros habituales de todos los días no dudan que el tren llegará en 90 minutos a su destino. Se preocupan por ubicarse a comer, leer, usar su tablet o el teléfono celular. Ganando tiempo.
Para mí la expectativa es otra. Disfrutar el viaje, tomar nota de lo que me llama la atención, tratar de sentir la velocidad y mirar por la ventanilla a Taiwán de punta a punta. Por suerte Mónica, periodista de Chile que junto a otros colegas me acompaña en el viaje, prefiere dejarme la ventana. Una ventana que empieza a mostrarme paisajes distintos a los que acostumbro ver. Ciudades igual de grandes y modernas que Taipei que cada vez pasan más rápido.
Pareciera que no hay un criterio de Ciudad y conurbano, sino que cuando parece terminar una ciudad aparece otra con autopistas y edificios altos.
La velocidad se nota en el aviso de llegada a destino. No se siente en carne propia que el viaje es a 300 km por hora. El silencio del andar comparado con el tradicional sonido de la marcha sobre rieles convencionales da la sensación de ir en el aire. Fue muy corto, en relación a lo que un sudamericano puede estar acostumbrado. Y mucho más para quien viajo, paradojicamente con paciencia oriental, desde Constitución a Mar del Plata.