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Europa
Categoría:
Política

EE.UU. declara su preocupación por el papel ruso en crisis catalana

Cualquier esfuerzo ruso de influir inapropiadamente en los asuntos internos de España sería completamente inaceptable, dijo el Departamento de Estado

Estados Unidos observa con preocupación el papel cibernético ruso en la crisis independentista catalana, estamos, por supuesto, muy preocupados por las alegaciones de interferencia rusa en acontecimientos en España, dijo un portavoz del Departamento de Estado preguntado por ese asunto.

El Gobierno español dio por contrastada el pasado viernes la intervención de grupos rusos para promover en Internet el referéndum independentista del 1 de octubre en Cataluña, que había sido prohibido por el Tribunal Constitucional.

Cuentas afines al Kremlin, que se apoyaron en redes venezolanas, lograron dominar ampliamente la conversación online sobre el referéndum con mensajes favorables al secesionismo, que incluyeron informaciones falsas, según reveló este periódico. Por ejemplo, dichas cuentas propagaron noticias sobre que en las Islas Baleares también se aboga por la independencia o que el español se enseña como idioma extranjero en Cataluña.

Cualquier esfuerzo ruso, ya sea externo o a través de actores internos, de influir inapropiadamente en los asuntos internos de España sería completamente inaceptable, añade el portavoz del Departamento de Estado.

La diplomacia de EE UU, que ya fue víctima de la injerencia de Rusia, declina desvelar si el Gobierno de Donald Trump ha constatado por su cuenta la presunta intromisión rusa en la crisis secesionista catalana, que también ha sido denunciada por especialistas de la Unión Europea. El papel ruso en Cataluña fue abordado el lunes, a petición de España, por los ministros de Exteriores y Defensa europeos, y a principios de noviembre por dos miembros del Comité de Inteligencia del Senado estadounidense.

En EE UU, Cataluña, Francia o Reino Unido, donde también han actuado piratas con lazos rusos en la antesala de votaciones, el objetivo de Moscú es supuestamente el mismo: alentar la división entre la población y debilitar a Occidente.

Negación del Kremlin

Rusia siempre ha negado esas acusaciones, como volvió a hacer este miércoles en el caso de Cataluña. Consideramos que son afirmaciones sin fundamento y son más probablemente una continuación deliberada e inadvertida de la misma histeria que está ocurriendo ahora en Estados Unidos y un número de otros países, dijo a la prensa el portavoz del Kremlin Dmitry Peskov, informa la agencia AFP.

Las agencias de inteligencia norteamericanas conocen de primera mano la amenaza cibernética de Moscú. La comunidad de espionaje concluyó el pasado diciembre que el presidente ruso, Vladímir Putin, ordenó una refinada estrategia para tratar de influir en la campaña a las elecciones presidenciales de 2016 en EE UU con el objetivo de favorecer al republicano Trump frente a la candidata demócrata, Hillary Clinton. Esa acusación llevó al anterior Gobierno de Barack Obama y al Congreso a adoptar represalias contra Rusia.

Piratas vinculados con Moscú, según Washington, robaron correos electrónicos del Partido Demócrata que fue publicando Wikileaks con un sinfín de información comprometedora para Clinton. El propósito era socavar la fe pública en el proceso democrático, denigrar a Clinton y dañar su elegibilidad y potencial presidencia, según la inteligencia estadounidense. También crearon grupos online que compartían noticias reales para atizar las divisiones sociales entre norteamericanos a la vez que propagaban un sinfín de informaciones falsas.

El Kremlin lo niega como también hizo Trump durante meses. Tras hablar con Putin el pasado fin de semana, el republicano dijo creer la negación del presidente ruso, al que elogia repetidamente, pero luego rectificó tras ser censurado por la propia CIA y ante el estupor que desataron sus palabras en EE UU. Un fiscal especial y el Congreso investigan si el entorno de Trump se coordinó con la injerencia electoral rusa. La larga sombra de Moscú ha frustrado por ahora el anhelado acercamiento de Trump a Putin, que rompe con la ortodoxia diplomática de EE UU y de su propio partido.