Región:
Argentina
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Espectáculos
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Opinión

Bossi Big Bang Show

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Un espectáculo magistral que va bajando el telón en el Astral, mientras Martín Bossi se prepara para debutar en cine

Es, en definitiva, la historia de un eterno seductor que para conquistar una mujer es capaz de todo. Y MARTIN BOSSI, cumple con todo y hechiza a todos desde el primer minuto de este big show que está llegando a su fin. Amparado por una orquesta que suena al estilo de una clásica Jazz Band con 15 músicos en vivo, una glamorosa puesta en escena, con eficaces bailarines y coristas, y la dirección musical de Manuel Wirzt, el show plantea un trepidante viaje por los últimos 50 años de la música, la televisión, la publicidad y el teatro. Una mirada nostálgica para comparar y entender en qué momento se perdió lo maravilloso del pasado. Claro que lo más oscuro de esos otros tiempos, mejor pasarlo por alto.

Bossi despliega su plenitud artística en este juego de tres piezas. En la primera, emula de manera inmejorable a los grandes íconos de la historia del jazz, el rock o el pop: Louis Armstrong, Ray Charles, Frank Sinatra, Elton John, Freddy Mercury, John Lennon, Rod Stewart, Michael Jackson, Axl Rose, entre otros. Su oficio artístico nacido con pertenencia al género de las imitaciones, queda revalidado en el gran arranque con un bombardeo de personajes, en una tarea de transformación casi instantánea entre uno y otro que resulta cautivante y enigmático.

Sin embargo, sería mezquino limitar su show a meras imitaciones. Bossi ostenta un arsenal de armas artísticas (cantante, actor, bailarín, showman y frontman) que se traducen en interpretaciones y composiciones sofisticadas y muy cuidadas, donde se nota el esfuerzo profesional de un equipo de primera. No es fácil sostener con dinámica vigorosa dos horas de una obra muy abarcativa, pero que a la vez logra ser consistente y rendidora: las coreografías diseñadas por el talentoso Alejandro Lavallén; Manuel Wirzt dirigiendo una orquesta exquisita que late con pasión; caracterizaciones y maquillajes impecables de Elena Sapino, junto con máscaras y prótesis de Vanesa Giordano, que hacen tan verosímiles las estampas de esos grandes ídolos en cuerpo y voz del versátil artista; respaldado por el libro y la dirección general de Emilio Tamer; un diseño escenográfico del gran Daniel Feijóo, fiel a la elegancia del music hall. En definitiva, un despliegue que magnifica la performance de este hombre de cuatro décadas que, más allá de sus mil caras sobre las tablas, certifica su autenticidad como artista apasionado, talentoso y adorado por su público.

Luego, entrega un homenaje a los grandes capocómicos argentinos, realizando composiciones inéditas de Tato Bores, Pepe Biondi y Alberto Olmedo. Son perfectas, al punto de impresionar hasta las lágrimas al ver retratados a esos queridos artistas, como si hubieran bajado del cielo un ratito para deleitarnos. Es la perla del show que ilumina el recuerdo tierno, un golpe directo al corazón. Jorge "Carna" Crivelli, en el rol de Javier Portales, impecable revelación.

Graciela Borges hace de las suyas en una breve aparición en pantalla. Claro que tanto despliegue físico y emocional necesita algún receso, durante el cual Manuel Wirtz intenta pasos de comedia parodiando su propio rol de director musical que hacen perder un poco de potencia, en el marco de la intensidad total de la obra, pero no defrauda nunca.

Aunque por momentos parece quedar al límite del desborde en sus transiciones, Bossi se adueña con facilidad del escenario inyectando energía suprema. Juega con su público fiel, enfatiza la intimidad y la ternura. Bossi está más melancólico y espiritual. Rescata lo valioso de otras buenas épocas. Nos hace bailar lentos, besarnos y abrazarnos. Sí, es mucho más que un show de música, canciones, imitaciones y humor.

Es cuando llega el turno de una suerte de stand up en el que a Bossi se lo nota en su salsa, con todos los condimentos, con su receta de carisma envolvente. Juega con la platea y se convierte en el cómplice pibe de barrio que alguna vez fue en Lomas de Zamora. Los monólogos tienen palos para todos y todas. Hay ironías hacia algunos grupos y géneros musicales que nunca conocieron la creatividad y la poesía, como el regatón y la cumbia villera. Hay críticas hacia la tele-basura, hay introspección sobre las manías y la abrumadora soledad del hombre detrás del artista. Habla del amor en los tiempos de internet, y repasa modales de cortesía y galanteo que signaron otra época. Hurga en el baúl de la nostalgia. Allí Bossi abandona el vértigo y revela filos interpretativos que atrapan desde la vulnerabilidad, con la suave potencia de las palabras y los gestos.

Hay de todo, y todo está bien hecho. Un show completo e intenso, que está finalizando y conviene no perdérselo. Por algo, desde su estreno en enero de este año, es uno de los más taquilleros del teatro comercial. Un mega show que, comparado con sus dos anteriores, ha hecho evolucionar y consolidar a MARTIN BOSSI como el nuevo Rey de la Calle Corrientes y uno de los grandes artistas argentinos.-